Cada dos segundos alguien necesita sangre en EUA. Hace 15 años, yo fui uno de ellos.

Mi nombre es Brian Boyle. Tengo 33 años y vivo al sur de Maryland. Mi historia comienza en 2004, un mes después de graduarme de la preparatoria. Iba camino a casa después de mi práctica de natación cuando sufrí un accidente automovilístico fatal, en el que un camión a exceso de velocidad me golpeó del lado del conductor.

El accidente

El impacto del choque dañó prácticamente cada órgano de mi cuerpo. Mi corazón salió expulsado a través mi pecho, mis pulmones colapsaron, mis costillas, mi pelvis y mi clavícula izquierda se rompieron, mi hígado se laceró y perdí 60 por ciento de la sangre en mi cuerpo.

Me transportaron rápidamente en una ambulancia aérea a una unidad local de trauma después de que la brigada de rescate usara las mandíbulas de la vida para sacarme de los restos del auto.

Cuando llegué al hospital de trauma, inmediatamente me realizaron una cirugía de emergencia. Durante los dos meses siguientes estuve en coma, con diálisis de riñones y asistencia vital, así como numerosas máquinas distintas que llenaban mi habitación del hospital. Fui sometido a 14 operaciones importantes, recibí 36 transfusiones de sangre para salvar mi vida y 13 tratamientos de plasma. Fui resucitado ocho veces, y terminé perdiendo cerca de 100 libras.

Mientras estaba en coma, recuerdo escuchar cuando leían los últimos derechos y declaraciones para alguien que se encuentra en estado vegetativo y sobre pasar el resto de mi vida en una institución de cuidados. Habiendo sido deportista toda la vida esto era demasiado difícil de procesar para mí.

Después de poco más de mes y medio, comencé lentamente a regresar de mi condición de parálisis. Empecé con el parpadeo de un ojo, luego agité sutilmente mi mano y después esbocé una sonrisa. Fue así como mis padres supieron que yo seguía ahí. Su amor y apoyo en combinación con sesiones intensas de terapia física, poco a poco me permitieron aprender nuevamente a caminar, comer, atar mis zapatos, bañarme y eventualmente, caminar con un bastón.

Sigo adelante y me hago voluntario de la Cruz Roja

Fue durante este tiempo que, sentado en mi silla de ruedas después de una de mis sesiones de terapia física, me prometí que si en algún momento era capaz de salir del hospital y recuperarme totalmente, quería poder ayudar a otros haciéndome voluntario de la Cruz Roja. Unos cuantos días después, pude dejar el hospital y comenzar mi terapia en casa como paciente externo.

Brian Boyle voluntario

Con el tiempo, las pequeñas metas se vuelven grandes metas, y con mucho trabajo arduo y sesiones de terapia física durante los siguientes meses, fui capaz de iniciar mi primer año de universidad un año después del accidente, lo cual era un sueño hecho realidad. Y dos años después de eso, pude completar mi proceso de recuperación, cuando crucé la meta del Campeonato del Mundo Ironman en Kona, Hawái.

Después de Hawái, cumplí la promesa que hice cuando estaba en el centro de rehabilitación y me uní como voluntario a la Cruz Roja Americana, para mostrar mi gratitud por la gran cantidad de sangre que recibí. Organicé docenas de campañas de donación de sangre a nivel nacional, compartiendo mi historia en cientos de eventos, participando en más de cinco docenas de carreras de resistencia como una forma de representar a mis 36 donadores de sangre, y he acumulado más de 4,000 horas de voluntariado para crear conciencia sobre la importancia de donar sangre.

La importancia de un estilo de vida activo y saludable

La salud y la condición física siempre han sido importantes para mí, y con frecuencia reflexiono en cómo mis cirujanos me explicaron que pude sobrevivir al primer impacto del choque tras meses de recuperación debido a mi estilo de vida activo y saludable.

Brian Boyle en competición

Como entrenador personal certificado y de triatlón, pienso en esta realidad cada vez que participo en una carrera de resistencia o en un evento deportivo donde estoy representando a mis 36 donadores de sangre que ayudaron a salvarme la vida. El bombeo de mi sangre y que mi corazón latiera a mil por hora significó una vez que me estaba muriendo, pero ahora indican que estoy viviendo.

Desde el accidente, he dedicado mi vida a apoyar la misión de la Cruz Roja porque no estaría vivo sin las docenas de transfusiones de sangre que necesité para vivir. Cuando no hay sangre en los estantes, la Cruz Roja no puede salvar a nadie.

Únete a Herbalife Nutrition y a mí para apoyar la campaña Missing Types de la Cruz Roja para reponer los tipos de sangre A, B y O. Haz una cita hoy mismo para donar sangre en redcrossblood.org.