Tenía nueve años cuando llegué al Albergue Los Pinos, una Casa Herbalife en México. Ahora a los 21 años, mirando hacia el pasado, puedo decir sinceramente que mi experiencia ahí determinó quién soy actualmente.
En ese entonces, solo éramos yo, mi hermano pequeño y mi madre. Ella trabajaba en el turno de la noche en una empresa de paquetería y con su horario, era difícil que nos cuidara. Generalmente llegaba a casa justo cuando mi hermano y yo ya teníamos que irnos a la escuela. Esto significaba que yo tenía que cuidar de mi hermano menor y encargarme de los quehaceres del hogar, lo cual era pesado para un niño de mi edad. Como resultado de esto, era todo un reto tener una nutrición adecuada: yo era flaco y a menudo omitía alguna comida.
Enviarnos a mí y a mi hermano a Los Pinos no fue una decisión fácil para mi madre. Recuerdo que lloré el primer día en la Casa. Era un lugar nuevo y desconocido para mí y estaba asustado. No sabía entonces el impacto que ese lugar tendría en mí años más tarde.
Buscando la estabilidad mediante una buena nutrición
En Los Pinos, la comida era algo por lo que no tenía que preocuparme. Teníamos tres comidas al día y aprendí todo sobre nutrición, lo cual trajo estabilidad a mi vida, ya que no me preocupaba cuándo sería mi siguiente comida.
Gracias al apoyo que la Fundación Herbalife Nutrition daba a Los Pinos, nuestra cocina estaba equipada con todo lo necesario para preparar comida sana. También asistíamos a talleres sobre nutrición una vez al mes, en donde un dietista nos enseñaba cómo comer de manera consciente, sobre las porciones, sobre refrigerios sanos y temas similares.
Aprendí a cuidar mejor mi salud y mi bienestar. Dejé de comer demasiada comida chatarra e, inclusive, aprendí a cocinar.
Es una alegría extraña cuando preparas tu propia comida no por necesidad, sino por el placer de disfrutar de comida sana y nutritiva.
Cómo una buena nutrición me llevó a un camino más iluminado
Una vez que empecé a comer mejor regularmente, tenía más energía para concentrarme en otras actividades que se ofrecían en la Casa. Obtuve mejores calificaciones y sobresalí en los deportes. Por primera vez en mi vida me sentí fuerte y motivado a seguir mis sueños.
Noté que la mayoría de los trabajadores de Los Pinos eran psicólogos y que experimentaban de primera mano cuánto ayudaban a los niños necesitados. Yo quería ayudar a otros de la misma manera en que ellos me ayudaron a mí, lo cual me inspiró a hacer la carrera de psicología.
Hoy en día, cuando no estoy en clases en la universidad, ayudo a mi madre con un pequeño negocio en el que vende frutas y legumbres. Me siento orgulloso de contribuir al negocio de mi familia, no solo porque nos da independencia económica, sino porque, de alguna una manera estamos ayudando a la gente a llevar una vida más sana.
Ayudar a los niños a desarrollar su potencial
Estoy agradecido por mi experiencia en el programa de la Casa Herbalife porque me dio las bases y los conocimientos que me han motivado para llegar a la edad adulta y para trabajar para lograr mis metas. Tengo esperanzas de que los niños de las comunidades vulnerables tengan acceso a programas como estos, para que también tengan esa ventaja para desarrollar todo su potencial.
No se trata solo de la alimentación y de no tener hambre. Se trata de lecciones valiosas de vida sobre la salud y la nutrición que pueden seguir moldeando la vida de esos niños, al igual que lo hicieron conmigo.